miércoles, 13 de julio de 2011

GARMO NEGRO 8/7/11 3051m

Victor, David y Natalia en la cima de Garmo Negro
Comenzamos la mañana madrugando, a eso de las 5:50 suena el despertador y tras hacer mochilas y desayunar (un rico bizcocho cortesía de la madre de Victor) nos disponemos a comenzar la ascensión, son ya las 6:30h. y nos encontramos en el Refugio de Piedra situado en los Baños de Panticosa.
Desde el mismo refugio se ve nuestra metra allá a lo lejos y saber que nos esperan 1400m de desnivel en tan sólo 5km nos hace bromear sobre la naturaleza de las pendientes que nos encontraremos por el camino.


 
Comienza la ascensión en zig-zag entre una zona bastante poblada con pinos para sobrepasar los primeros 350m aproximados de desnivel y llegar a lo que se conoce como Majada Baja donde se aprecia una pradera y donde muy ligeramente se suaviza la pendiente.
Se continúa con la ascensión hasta conseguir un altitud de unos 2400m y aproximarnos a las faldas del Garmo Negro donde se pueden observar unos neveros que pasaremos por debajo hasta llegar al último que tendremos que atravesar.



Sin dejar de subir en toda marcha conseguimos llegar al collado entre Arguals y Garmo Negro a unos 2900m de altitud aproximadamente donde encontramos uno de los tramos más pesados y difíciles de la ascensión tanto por la dureza del desnivel como por la dificultad, un pedregal muy resbaladizo que hace que avanzar sea bastante costoso.





 
Desde este punto ya vemos la meta al alcance de la mano y sin perder tiempo continuamos con el último repecho y los últimos 200 metros de desnivel.
Lo que en algunas narraciones de la marcha describen como un ascenso fácil y menos pronunciado que el que lleva al collado, resulta ser una guinda de pastel de lo más sufrida. El sendero sigue siendo un pedregal bastante resbaladizo y en los últimos 20 metros de desnivel muy pronunciado y abrupto, pero como las ganas de llegar pueden con todo conseguimos hacer cumbre en tan sólo 3h 30min y con tan sólo media docena de montañeros en la cumbre.

Tras un millón de fotos, unos frutos secos, un poquito de conversación con el resto de caminantes y un traguito de agua comenzamos con el descenso, son las 10:30h.
Llegar al collado es complicado por la cantidad de gente que sube por el mismo sendero por el que hay que bajar, y por lo resbaladizo del pedregal (en otras ocasiones de lo más cómo por dejarse caer arrastrando piedras).
Decidimos cambiar el camino de vuelta y aventurarnos por un sendero bien marcado que parece algo más directo que el que hemos tomado en la subida.

A eso de las 11:30, tras alcanzar lo que se conoce como Majada Alta decidimos comer, en este caso unas pechugas rebozadas (creo que éstas son gracias a la abuela de Víctor) y tras elegir un sitio con vistas privilegiadas.
Aún nos queda una buena tirada porque aunque es bajada, es tan pronunciada y tan irregular que hay que ir con cuidado de pisar correctamente.
Parece que nos distanciamos unos grupos de otros pudiendo hacer el descenso a nuestro aire y no en solitario porque en todo momento hay gente a la vista pero sí en conversación privada.
Por fin llegamos a la pradera o Majada Baja, y ya tenemos las piernas como gelatina (algunas (yo concretamente) más que otros) pero no queda otra que seguir la marcha

El último tramo del descenso que transcurre a través de pinos en mi caso se hace muy dura por tener ya a estas alturas dolor de rodillas, pero como cada vez se ve más cerca el refugio y pensando en la cervecita fresquita que nos hemos ganado se hace un último esfuerzo y conseguimos terminar la ruta a las 14:00h y una gran satisfacción por la cima conseguida.

La climatología ha acompañado en todo momento, un día casi despejado, sin temperaturas asfixiantes y con brisas de vez en cuando que daban un respiro al sofocón del esfuerzo. En la cima fresco (si preguntáis a David dirá que frío) pero no deja de ser una cima de lo más ventilada.
Una vez de vuelta en el refugio, cervecitas, almendras, ducha y paseo por Panticosa para ver el mercado medieval. No se pude pedir más a un gran día.
 

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